La semilla que se hunde dentro de la tierra para gestar toda su potencialidad durante el invierno y brotar con fuerza y decisión en primavera es la imagen que reproduce el ciclo eterno de vida / muerte / vida. Contiene el recuerdo de todo lo que ha sido pero también de todo lo que será, el recuerdo de futuro.
Con la llegada del otoño la naturaleza termina un ciclo vital para comenzar uno nuevo gracias al infatigable trabajo de la Tierra y los factores cosmológicos que la acompañan (menos horas de luz, más humedad, bajada de las temperaturas). Asimismo en nuestro microcosmos también sucede lo mismo: la energía se retrae hacia el interior para prepararse para el invierno. La respuesta tiroidea baja de forma natural haciendo que todo el metabolismo se ralentice y se compacte.
Es momento para la introspección y la reflexión a partir de la alquimia interna de la respiración.
Para la Medicina Tradicional China el reflejo del macrocosmos en nuestro microcosmos se concreta, en otoño, en el órgano del Pulmón y su víscera acoplada, el intestino grueso. El primero se encarga de la alimentación celeste, el aire que respiramos, y el segundo de la eliminación terrestre (en forma de heces que pueden volver a abonar la tierra y recomenzar así el ciclo). El pulmón interviene en el movimiento de los líquidos del cuerpo ayudando a que bajen y modula la humedad, así como la piel y la sensibilidad de ésta. También es quien da energía a la Voz de la persona. Contiene el alma sensitiva y el alma instintiva.
El intestino grueso rescata las últimas gotas de agua de la digestión en su función de secar y crear el vacío necesario para un nuevo comienzo. Si estos procesos no fluyen o se estancan podemos enfermar de diferentes maneras ya que el pulmón también es el maestro de la energía (Qi) y envía energía y oxígeno al resto de órganos del cuerpo a través de la respiración.

Con la Medicina Tradicional China podemos retomar el flujo natural de la respiración y la energía, liberando los estancamientos y dando fuerza y vitalidad a estos órganos, u otros que puedan estar afectados, y poder disfrutar de un otoño con alegría y recogimiento al mismo tiempo.

Los cambios de estación son especialmente importantes para regular el estado general del cuerpo y el espíritu, ya que nos piden adaptarnos a unas nuevas condiciones, tanto externas como internas.